El intestino: salud interior

El estómago es la parte que primero nos viene a  la cabeza cuando hablamos del sistema digestivo, pero no debemos olvidar que los órganos finales, los intestinos, tienen un papel primordial en la nutrición del organismo.

En el artículo del mes pasado expuse los problemas más frecuentes con los que nos encontramos cuando hablamos del sistema digestivo, es decir, los problemas de estómago.

Si bien dicho sistema está compuesto por diferentes órganos y todos ellos revisten gran relevancia, quizá las más comunes tras las molestias gástricas sean las intestinales.

Órganos encargados de la digestión

Ambos son los responsables de preparar los alimentos que ya no le sirven al organismo para que sean expulsados, pero sus papeles y su funcionamiento son muy distintos.

Por una parte, el delgado tiene un pH alcalino y su función es la de absorción de los nutrientes que aún queden en el bolo alimenticio. El grueso, por su parte, tiene un pH ácido y su función es la de excreción y que los productos que quedan en él no pasen al organismo.

Ambos intestinos están íntimamente relacionados, y debido a esa complementariedad, un problema en uno va a repercutir en el otro.

También existe un órgano cuya función es bastante desconocida y si embargo reviste gran importancia: el apéndice.

Hasta no hace mucho tiempo se ignoraba su función e incluso se decía que era un vestigio evolutivo de cuando el ser humano era herbívoro y necesitaba digerir celulosa. Sin embargo, los estudios actuales apuntan a su importancia como órgano linfoide con una misión de defensa así como a funciones de secreción interna llegando a señalarlo como el responsable de mantener los niveles de acidez y alcalinidad adecuados en los intestinos.

Obviamente, problemas en cualquiera de los dos intestinos pueden estar causados por un mal funcionamiento del apéndice y a su vez también puede sufrir las irregularidades de éstos llegando a inflamarse en caso necesario.

Evidentemente, si el problema inflamatorio persiste o bien es un cuadro muy severo, el apéndice carece de la suficiente capacidad defensiva, y su inflamación, que en un principio es para evitar problemas mayores, puede convertirse en sí en un importante problema. En esos casos puede ser necesaria la cirugía para su extracción, pero tras ella no debemos olvidar que existía un problema que llevó al apéndice a un sobreesfuerzo y por lo tanto debe ser corregido, ya que tras una apendicectomía carecemos de un órgano defensivo y regulador.

Alimentos y digestión

Son varios y de muy diversa índole los problemas que pueden afectar a cualquiera de los intestinos. Algunos de ellos tienen un origen meramente orgánico o alimenticio, pero otros están relacionados con comportamientos que se conducen a través del sistema nervioso, acaban afectando a la víscera.

En lo tocante a alimentos, los azúcares, picantes, alimentación rica en proteínas y una falta de fibra en los alimentos (lo cual favorece la putrefacción) son los principales detonantes de problemas intestinales. También deben ser tenidos en cuenta aquéllos alimentos que nos produzcan alergias, ya que serán capaces de traspasar la mucosa intestinal y podrán dar lugar a diversos problemas orgánicos como las llamadas “alergias alimentarias”.

Otro de los puntos a tener en cuenta cuando hablamos de agresiones a los intestinos serían ciertos medicamentos que afectan a la mucosa y cuyas advertencias debemos tener en consideración, especialmente si los vamos a tomar durante tiempos relativamente prolongados.

En lo concerniente a disfunciones en otros órganos, según la Medicina Tradicional China, los problemas en el estómago, bazo-páncreas, hígado y vesícula biliar, influyen en el funcionamiento intestinal, y de la misma manera, la bioquímica nos indica que un problema enzimático puede alterar el pH y por ello producir el mismo resultado.

Por parte de la estructura, la columna vertebral tiene influencia sobre los intestinos, y problemas localizados en las dorsales medias y bajas pueden afectar al delgado mientras que las lumbares L4 y L5 afectan al grueso, ya que en esa zona se encuentra en control energético de éstos.

Las señales que nos da el intestino

Siempre asociamos la diarrea y el estreñimiento como síntomas asociados a problemas intestinales, pero hay otros muchos que nos pueden estar señalando un mal funcionamiento intestinal. Entre ellos los principales podrían ser: heces con mucosidad, alimentos sin digerir, sinusitis (especialmente las maxilares), rinitis y congestión nasal, resfriados frecuentes, asma y bronquitis, dolores de cabeza frontales, pesadillas, inflamación de encías, problemas de piel, problemas menstruales, hemorroides, alergias, inflamación y dolor en codos y hombros e infecciones en la vejiga urinaria.

Si bien puntualmente cualquiera de estos síntomas puede ser tomado sin demasiado problema de manera aislada y ser tratado localmente, cuando se repite o es más fuerte o largo de lo normal, debe ser evaluado por un profesional en terapias naturales para averiguar si se trata de un foco intestinal, ya que de otra manera estaríamos tratando el síntoma y no el verdadero problema que lo produce y por ello ese foco seguiría activo y podría llegar a mostrarse en cualquier momento y con el tiempo ir empeorando y cronificarse.

Por último puede existir un problema psicosomático que dé lugar a una disfunción intestinal. Principalmente se podría decir que las actitudes que más fácilmente conducen a problemas en os intestinos son el miedo (que también puede afectar a riñones y pulmones), la culpa y en algunos casos la rabia (también relacionada con el hígado).

Igualmente, los intestinos son unos órganos que podrían definirse como “territoriales”, y por ello un cambio de lugar puede afectar a su funcionamiento. Para ello basta con pensar un poco y comprobar que todos conocemos a personas que durante una época en la que ha pasado miedo, ha sido víctima de un proceso diarreico o de estreñimiento, o a alguien que cuando cambia su lugar habitual de vida (como puede ser cuando se va de vacaciones) se encuentra con que durante unos días es incapaz de ir al baño.

Funcionamiento del intestino

Cuando tenemos dificultad para las deposiciones decimos que tenemos estreñimiento y cuando tenemos una facilidad excesiva lo llamamos diarrea.

En el primero de los casos nos encontramos con un problema añadido y éste es la costumbre social. A pocas personas les sorprende no ir al baño durante uno o dos días, y sin embargo no debería ser así.

En algunos casos de dificultad para ir al baño puede existir una causa psicológica profunda. Tanto que puede estructurarse durante la más tierna infancia, durante la época en la que se toma control del esfínter anal por parte del hipotálamo, cuando aún se usan pañales.

Diversos psicólogos apuntan a que en esa época, si el niño tiene temor al proceso del cambio de pañales por las circunstancias que sea, puede quedar grabado en su inconsciente, en el sistema límbico, y ese miedo puede derivar en un control defectuoso del esfínter anal.

Evidentemente hay otras muchas cosas que pueden derivar en una dificultad para la defecación, y entre ellas se pueden mencionar las causas alimenticias, dilatación intestinal, musculatura espástica, problemas enzimáticos (especialmente de bilis), disbiosis, presiones durante el embarazo, tumores y una vida sedentaria.

En este caso se podría tratar con diversas plantas, policrestos homeopáticos, productos de medicina ortomolecular y oligoelementos.

Remedios caseros para el intestino

La fitoterapia nos presenta varios tipos de laxantes: los irritativos, que provocan una pequeña irritación en la mucosa y consecuentemente un peristaltismo intestinal; los mecánicos, que absorben agua hidratando las heces y por ello favoreciendo la expulsión; los lubricantes, que cubren las heces de grasa impidiendo que pierdan agua y por ello facilitando el proceso y los osmóticos, que atraen agua a la luz intestinal hidratando la víscera.

Entre los primeros nos encontramos al Sen, la Frángula y la Cáscara Sagrada (que también produce contracciones en la vesícula biliar); entre los mecánicos al Lino, Plántago, Malva, Malvavisco, Gordolobo y Zaragatona; los lubricantes son los conocidos aceites de Oliva, Ricino o Linaza y entre los osmóticos está el conocido Carbonato de Magnesio.

Siempre es recomendable el uso de plantas con efectos suavizantes cuando se usen laxantes irritativos, de la misma manera que éstos deben ser tomados la menor cantidad posible de tiempo.

La homeopatía nos surte de policrestos como la Alumina, para administrar en casos de gran atonía en los que sólo hay necesidad de ir al baño cuando hay gran acumulación de heces en el recto y es necesario gran esfuerzo; la Bryonia Alba para heces secas y duras acompañadas de gran esfuerzo, boca seca, mal humor y dolor que obliga a presionarse; Opium en casos de astenia total que puede durar incluso semanas; Magnesia Muriatica para heces redondas y duras como canicas; Graphites para heces voluminosas evacuadas con moco; Silicea para heces “en resorte” ya que parece que vuelven a introducirse en el recto en lugar de salir o Nux Vomica para casos en los que da la sensación de que queda aún más en el intestino pero no se es capaz de expulsarlo.

Por el lado contrario, si lo que tenemos es una inflamación de la mucosa que nos provoca deposiciones con demasiada facilidad e inconsistencia, antes de nada deberíamos recordar que se trata de un síntoma y no de una enfermedad por sí misma. Ese síntoma puede estar provocado por causas nerviosas, alimenticias, infecciosas, autoinmunes, exceso de secreción biliar, etc.

Al tratarse de un síntoma, no es recomendable suprimirla desde un primer momento, ya que es el organismo el que está deshaciéndose de unos tóxicos y si lo cortamos evitamos esa limpieza, pero también puede ser el síntoma de algo más complicado. Por ello ante un proceso así, es recomendable consultar con un profesional.

En caso de que el proceso persista o sea brusco y pueda provocar una pérdida de líquidos peligrosa para la persona, contamos con plantas tales como la Salicaria, que si bien tiene acción meramente sintomática, suele suprimir casi todos los procesos diarreicos;  Manzanilla Dulce para disminuir la inflamación de la mucosa; y el Kuzu, un almidón antiinflamatorio.

Es necesario el aporte de flora bacteriana, aporte que en algunos casos por sí solo hace desaparecer el proceso diarreico y dada la pérdida que se produce, siempre es conveniente aportarlo.

La homeopatía ofrece policrestos como el Gelsenium Sempervirens para las diarreas de tipo emocional, cuando la persona tiene que hacer algo que le pone nervioso, está acompañada de obnubilación y pesadez. El Argentum Nitricum es para las personas impacientes y precipitadas, para los que anticipan acontecimientos y ello les provoca procesos diarreicos. La China trata esos cuadros cuando son por haber comido frutas o alimentos pero sin retortijones dejando a la persona débil y sin fuerzas. El Podophyllum trabaja las graves, con dolor que mejoran con el calor y acostados y empeoran por las mañanas. El Arsenicum Album para las graves, cuando ha sentado mal un alimento provocando una intoxicación y la persona está inquieta y se siente realmente mal.

Un método muy antiguo pero efectivo, es el de tostar sal en una sartén y ponerla con un paño encima del ombligo (hay que tener precaución porque la sal guarda mucho el calor y puede provocar quemaduras, por lo que es recomendable un paño grueso o bien dos).

Normalmente nuestro intestino está cargado de sustancias que pueden provocar toxemias debido a que la mayor parte de la población tiene defectos en la mucosa o bien falta de flora bacteriana.

Conviene recordar que los problemas intestinales en muchos casos no son considerados con la importancia que tienen y por ello no deben ser tomados a la ligera. Pueden esconder procesos más graves y por ese motivo deben ser evaluados por un profesional.

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