Los adultos llevamos muy en boca decir que hay que temer a las cosas reales, especialmente cuando hablamos con los niños. No tenemos que tener miedo de cosas imaginarias, sino de las que nos puedan hacer realmente daño.
Lo cierto es que muchos de los miedos de los adultos no se basan en algo absolutamente real y tangible, sino en circunstancias que no han pasado pero que tememos que nos puedan pasar, en ideas, en sensaciones. Quizá en esas facetas que no podemos controlar tan fácilmente como nos gustaría.
Y aún siendo adultos, todos tenemos miedo a una pesadilla, a un mal sueño, a algo “irreal” pero que nos afecta. Quizá porque en muchos sentidos es tan real como el resto de las cosas.
¿Qué es el sueño?
En la actualidad, tenemos muy estudiado todo lo concerniente al sueño. Conocemos sus fases, las cronometramos, las representamos en papel de manera similar a un electrocardiograma, podemos saber en qué fase del sueño se encuentra una persona en un momento determinado. Pero ¿sabemos realmente lo que es el sueño? ¿Conocemos el significado de algo que nos pasa todas las noches de nuestra vida?
Los sueños se dividen en tres partes principales, algunas subdivididas a su vez en otras.
Sueño Ortodoxo, SOL o N-MOR
Se divide en dos partes:
Sueño Ligero
Fase I.- La llamada “Fase de Somnolencia” o “Estado Hipnagógico”. Suele durar de uno a siete minutos aproximadamente. Es la fase más cercana a la vigilia. Se trata de un sueño ligero en el que somos conscientes de los estímulos auditivos y táctiles de nuestro alrededor. No llega a ser dormir como tal. Obviamente es una fase poco o nada reparadora y el más mínimo estímulo nos hace volver a la vigilia. El tono muscular está disminuido y tenemos movimientos oculares lentos.
Fase II.- El sistema nervioso empieza a bloquear la información de los sentidos y existe una desconexión del entorno. No se producen ensoñaciones, y si bien el sueño es parcialmente reparador, no es suficiente para descansar por completo. El tono muscular es menor que en la fase I y desaparecen los movimientos oculares. Se calcula que ocupa alrededor del 50% del tiempo de sueño de un adulto.
Sueño Profundo.
Fase III.- Se produce aproximadamente a los veinte o treinta minutos de haber comenzado a dormir. Se intensifica el bloqueo de los sentidos, hay mayor profundidad de sueño y si nos despiertan en esa fase, nos mostramos confusos y desorientados. El tono muscular es menor que en las fases anteriores, tampoco hay movimientos oculares y es reparador. Aún no se producen ensoñaciones.
Fase IV.- Es la de mayor profundidad de sueño. La actividad cerebral es la más lenta. Es esencial (al igual que la fase III) para el descanso orgánico, pero sobre todo, para el psíquico. Si esta fase y la anterior no se producen adecuadamente, nos mostraremos durante el día muy cansados y con constante somnolencia. El tono muscular está muy reducido y no es habitual que se tenga ensoñaciones, pero en caso de darse, se trata de imágenes (generalmente muy claras) o luces, pero no de una historia.
En esta fase es en la que se pueden manifestar alteraciones del sueño como el sonambulismo y los terrores nocturnos. Estos últimos se caracterizan por un despertar violento pudiendo llegar a gritar, a la vez hay un estado de confusión, pero el sujeto no recuerda qué es lo que le ha producido ese miedo aunque puede tener un recuerdo difuso de alguna imagen atemorizante. Habitualmente no se llega a despertar completamente y tiene dificultad para calmarse. Cuando lo logra, vuelve a dormir.
Sueño MOR
Movimiento de Ojos Rápido, en inglés REM –Rapid Eyes Movement. También llamado Sueño Paradójico.
Suele producirse alrededor de los ochenta o cien minutos desde que se empieza a dormir. En esta fase, las ensoñaciones se presentan a modo de historia o narración. El tono muscular es nulo (lo que nos impide representar lo que estamos soñando). Es la fase en la que se producen las pesadillas, que a diferencia de los terrores nocturnos, las recordamos como historias.
Curiosamente, si la persona está muy cansada, esta fase es muy breve y puede llegar a no producirse, mientras que si ha descansado, la duración de esta fase aumenta considerablemente. Los expertos apuntan a que pareciera como si el organismo tuviera que descansar para poder soñar.
¿Qué son los recuerdos?
No todas las ensoñaciones se recuerdan. Depende del momento en el que nos despertemos. Las ensoñaciones son descargas eléctricas que suelen durar pocos segundos, algunas de ellas incluso menos de un segundo. Aún así, nuestro cerebro es capaz de conformar esas sensaciones en algo que podamos entender, y de esa manera nos crea una historia más o menos real.
La psicología ha investigado mucho acerca del significado de los sueños. Para Freud y Jung, los sueños no son otra cosa que mensajes del inconsciente. Recuerdos o situaciones que nuestro cerebro no ha podido descodificar adecuadamente pero que ha podido guardar. Según la mayoría de los expertos, las imágenes, situaciones y hasta colores de un sueño, significan algo para nosotros. Habitualmente están relacionadas con circunstancias de la vida, momentos determinados, problemas, frustraciones, intenciones, alegrías, etc.
¿Qué son las pesadillas?
Las pesadillas suelen estar relacionadas con problemas que estamos viviendo o que hemos vivido y nos han dejado una huella. Un momento de transición en la vida o un cambio de etapa que nos produzca temor, puede traducirse en una pesadilla. Un problema nos puede hacer que soñemos que queremos volar pero nos caemos, si una situación “nos ahoga” podemos soñar que estamos bajo el agua, etc.
Además de las pesadillas, hay muchos tipos de sueños y cada uno merecería una interpretación particular, cosa que excede la intención de este artículo.
Cuando las pesadillas y los terrores nocturnos se producen en niños (hay etapas en las que se producen más asiduamente, como entre los tres y cinco años los terrores nocturnos y en la adolescencia las pesadillas) suele deberse a una falta de seguridad del que sueña, lo cual requiere de la atención de los padres que deben aportar la seguridad que el soñante necesita en ese período de la vida.
Una de las cosas que más nos aterroriza de las pesadillas es que se repitan. Hay quienes tienen pánico a dormir porque no quieren pasar de nuevo por el trance de la pesadilla.
Como he apuntado anteriormente, las pesadillas suelen tener una estrecha relación con estados de nervios y ansiedad que estemos pasando. Nuestros pensamientos se mezclan con nuestros deseos y con la vida que nos rodea y todo ello condiciona nuestras ensoñaciones.
Remedios naturales para combatir el insomnio
Si tenemos dificultad para conciliar el sueño, podemos usar plantas como la Valeriana (Valeriana Officinalis) contraindicada en embarazo y en menores de tres años y que debe tomarse dos horas antes de ir a dormir, ya que tiene reacciones paradójicas y puede producir insomnio. Pasiflora (Pasiflora Incarnata), incompatible con alcohol y antihistamínicos, contraindicada en embarazo, lactancia e infancia y que debe tomarse en tratamientos discontinuos. Melisa (Melissa Officinalis) con especial acción en el sistema digestivo, está contraindicada en hipotiroidismo y debe tomarse como la Pasiflora, alrededor de dos horas antes de dormir.
Si sufrimos de pesadillas, la homeopatía nos puede ayudar con Arsenicum Album (personas inquietas con mucha ansiedad y con necesidad de cambiar constantemente de posición), Sulphur y Cardus Marianus (pesadillas estando acostado de espaldas), Conium Maculatum (sueño no reparador con pesadillas y somnolencia durante el día), Cyclamen Europaeum (terrores nocturnos nada más dormirse), Achyrantes Calea (niños con pesadillas que se despiertan con ataques de pánico), Hyosciamus Níger (pesadillas con delirio) y Drosera Rotundifolia (miedo a dormir por temor a soñar con fantasmas y miedo diurno a los fantasmas).
¿Qué son los pensamientos?
Resulta curioso que algo que nos pasa todas las noches, sea tan desconocido aún. Quizá un cúmulo de mensajes de partes que nos conforman pero que no conocemos (Jung los llamaba “Sombra”, “Animus-Anima”, etc., quizá cosas que vemos durante el día pero que no registramos y que durante la noche buscan su lugar entre las neuronas, quizá descargas eléctricas debidas al cansancio y a nuestra vida que el cerebro se ve en la obligación de “traducirnos” cuando despertamos, quizá pensamientos ocultos dentro de nosotros mismos que surgen cuando nuestro cerebro está fuera de juego… los sueños siguen siendo una de las facetas más desconocidas e interesantes del ser humano.
Y quizá nosotros tenemos una especial tendencia a cerebralizar y queremos interpretarlos en vez de hacer lo que ellos quieren… sentirlos.